Revive el legado de Gaudí con la colección de BD Barcelona Design

El Modernismo fue uno de los periodos más esplendorosos de la historia de Cataluña, cuyo inicio vino marcado por la Exposición Universal de 1888. Esta importante muestra internacional trajo consigo una explosión artística sin igual que afectó a todos los ámbitos de la vida cotidiana de una sociedad que despertaba a la modernidad del nuevo siglo XX y que en aquel momento vio como comenzaron a asentarse las bases de lo que hoy entendemos como cultura del diseño.

Las décadas que oscilan entre el emblemático año 1900 se caracterizaron por un fuerte impulso del diseño y de las artes decorativas que, influenciadas por el concepto wagneriano de la “obra de arte total”, se tradujeron en un estilo local, con una personalidad propia y diferenciada, fuertemente asociado al nacionalismo surgido de la revalorización de la cultura catalana.

A su vez, el Modernismo se vio favorecido por el desarrollo urbano e industrial que había impulsado el ascenso de una nueva clase social: la burguesía. Esta se convirtió en la principal consumidora de los productos y obras de arte derivadas de este nuevo estilo y halló en la nueva arquitectura la manera de satisfacer sus ansias de modernización, de expresar su identidad catalana, y de poner de manifiesto su riqueza y distinción.

Esta voluntad de destacar por parte de las principales familias adineradas desembocó en una especie de competición entre los propietarios, que encargaban edificios de gran exuberancia arquitectónica cuyos interiores eran, igualmente, de gran magnificencia y suntuosidad. Un ejemplo claro de esta rivalidad se hace patente en la célebre “Manzana de la discordia”, un conjunto formado por emblemáticos edificios que fueron diseñados por los arquitectos más destacados de la ciudad y que constituyen interpretaciones muy diferentes de la arquitectura modernista: la Casa Amatller, de Josep Puig i Cadafalch, la Casa Lleó Morera, de Lluís Domènech i Montaner, y la Casa Batlló, de Antoni Gaudí.

De todas ellas, la Casa Batlló es quizás el edificio más icónico y uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad. Se caracteriza por su fachada colorista y ondulada, con elementos arquitectónicos de forma ósea, que hacen que parezca salida de un cuento. Otras construcciones de ensueño de Gaudí, que cada año reciben la visita de miles de visitantes, son la Sagrada Familia, el Parque Güell, la Casa Vicens o La Pedrera. Parque Güell, la Casa Vicens o La Pedrera. Y es que el genio de Gaudí trasciende fronteras y épocas y su legado arquitectónico continúa asombrando y inspirando a generaciones de todo el mundo.

Gaudí no sólo planteó edificios, sino que su concepción integral de la arquitectura le llevó a ocuparse de todos los elementos decorativos –mobiliario incluido– que iban a formar parte del edificio, y cuya característica más notable es su estilo orgánico de apariencia escultórica. Sus piezas curvas, orgánicas y fluidas son un reflejo de su amor por la naturaleza.

 

BD fue la primera empresa que los rescató de la historia para reproducirlos en serie, de manera artesanal, con los mismos materiales –roble macizo barnizado– y fiel a la riqueza de detalles de los originales. Algunas de las piezas más emblemáticas que ha reeditado son el taburete Calvet, que fue proyectado junto con otras cuatro piezas –un sillón, un espejo, una silla y un banco– para el edificio del mismo nombre. También ha llevado a cabo una reedición de la colección de herrajes del arquitecto y recientemente ha reeditado el Colgador Calvet.

Se trata de obras numeradas y acompañadas por un certificado firmado por el director de la Cátedra Gaudí, en el que se certifica que es una reproducción fidedigna y exacta al original diseñado por Antoni Gaudí.

Una oportunidad única de disfrutar de la belleza y funcionalidad de estas icónicas piezas de diseño y tener un trocito del genio catalán en tu hogar.